Turismo silencioso
ESPAÑA,  INSPIRACIÓN VIAJERA

Misión: desconectar. Una loa al turismo silencioso

Voy a empezar con una confesión: nunca se me ha dado bien eso de desconectar. Quizás sea por la nece(si)dad capitalista de producir y consumir a todas horas, o porque el silencio, para quienes vivimos de las palabras, tiene algo de abismo. Las estadísiticas de tiempo de escucha de mi Spotify me dicen que hay algo en mí que se resiste a habitar el silencio (salvo cuando leo, escribo o duermo, claro). Por eso, cuando me comentaron que el turismo silencioso iba a imponerse en 2025, supe que quería adoptarlo como una nueva forma de viajar.

Si lo he entendido bien, este tipo de turismo implica dejar atrás el bullicio —el exterior, pero sobre todo el interior— y aprender a moverse con un ritmo más pausado, consciente y en armonía con el entorno.

Así que, desde mi humilde perspectiva de nueva viajera silenciosa, te comparto cinco claves que considero imprescindibles para sumergirse en esta experiencia.

turismo silencioso

Viajar sin prisas

El turismo silencioso se basa en el slow travel: moverse en modo ahorro de energía, dedicar tiempo a los lugares y a uno mismo. Por ejemplo, me gusta darle espacio a la trayectoria intuitiva y dejar de lado los mapas. Repetir destinos y hacer guaridas de mis espacios favoritos.

Pero areciar la hermosura de lo cotidiano requiere cierta sensibilidad y mucho tiempo, y el tiempo es un bien escaso. Alguien dijo: «Los agotados son la prueba humana de cada minuto malentendido como un imperio de la economía, de cada cuerpo humano malentendido como un instrumento que debería tocar mil canciones complacientes a la vez». De tener más dinero, sin duda, lo invertiría en ganar más tiempo.

Elegir destinos poco masificados y viajar fuera de temporada

Puede que el clima no invite a lanzarse al agua, pero para mí, los destinos de mar ganan enteros fuera de temporada: recuerdo aquel otoño en la Costa da Morte o esta última primavera en la Costa Brava. ¿Nos habrían hecho un upgrade de habitación de haber venido en pleno agosto? ¿Habríamos encontrado un buen sitio para comer sin planearlo con semanas de antelación? Apostaría a que no.

slow travel

Desconectar de la tecnología
Silenciar las notificaciones y, de paso, el estrés de responder al instante, permite que la mente respire y ayuda a redescubrir el entorno sin distracciones digitales. Dejar el móvil en el bolsillo nos obliga a mirar de verdad a los lugares y las personas que tenemos alrededor. También permite recuperar viejas costumbres que el teléfono ha desplazado: escribir postales en lugar de mensajes de WhatsApp, perderse sin la ayuda de Google Maps o pedir más recomendaciones a los locales para retomar el viejo placer de las conversaciones con desconocidos en carne y hueso.

Respetar el entorno y su ritmo
El turismo silencioso implica adaptarse al lugar, respetando la vida local y los tiempos de la naturaleza. Te pongo como ejemplo Canarias, mi primera casa. El calor que no hace y las prisas que nadie tiene; su pancita de burro; pasear por Las Canteras con el viento de cara; mi cama; mi gente; el aperitivo de pan de matalahúva con alioli; la desconocida discreción, timidez o mesura en la mesa y en lo de después; los recuerdos; la fiesta en mi boca con las albóndigas de mamá; la modorra que me deja luego como anestesiada, medio embaifada; un café de Agaete o una siesta, porque no hay planes para después; el eterno carnaval; los surfistas en el Lloret; la pereza que aquí no importa porque se llama aplatanamiento y es tan pasajera como yo; el acento que se me vuelve a pegar en dos días como el salitre de la playa —ustedes saben, mis niños—; las mañanas de mercadillos; las cholas en diciembre; lamer el mar… No puedo negar que soy hija del entretiempo y por prescripción facultativa (propia) debo concederme, con cierta frecuencia, estos gustos de la vida grancanaria. El ser tan habitante como turista, tan foránea como autóctona, me permite ver posibilidades infinitas. ¿Mi objetivo para 2025? Mimetizarme del mismo modo con otros destinos hasta hacerlos, también, casa.

Aprender a disfrutar de los placeres más simples
Dormir un poco más, desayunar con calma, sumergirme en una lectura sesuda con los pies en la arena, aprender a respirar… Pensar que hoy estamos donde queremos y mañana podemos ir a donde nos dé la gana. Yo podría consagrar el resto de mi vida a profesionalizar mi auténtica pasión, la de desayunar. También me gustaría contar nuestra historia en alguna parte, eso sería bonito. Escribirnos, tener la suerte de imaginar que existimos perennemente y que viajamos mucho.

Como ves, el turismo silencioso es, sobre todo, una actitud hacia el viaje y hacia uno mismo. Un verdadero regalo en tiempos de ruido constante.

¿Se te ocurre algún destino ideal para practicar este tipo de turismo?

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