CANARIAS,  INSPIRACIÓN VIAJERA

Cómo romper con el lugar del que te has enamorado

Cuando te enamoras de un lugar…

Si viajas a menudo es probable que, en más de una ocasión, te hayas dejado seducir por un país, una ciudad, o incluso un pueblo al visitarlo por primera vez. Quizá sufriste un flechazo o a lo mejor te fue conquistando con el paso de los días. Sin embargo, la cronología siempre es la misma: Te enamoras de un lugar >> Tienes que marcharte >> Prometes volver una y otra vez.

Es cierto que algunas historias de amor no dan para escribir una gran novela. Pero si sientes que ese viaje ha cambiado tus esquemas, ha removido tus cimientos y se ha convertido en uno de los capítulos más emocionantes de tu vida, antes de pasar página, le debes una despedida.

Desde los 18 años, me toca despedirme a menudo de mi Gran Canaria por algún tiempo. Siempre vuelvo, claro, pero decir hasta luego me ayuda a superar la distancia y a que los reencuentros sean mejores.

Gran Canaria Mogán

Durante varios años fui indiferente a sus encantos. A sus playas, a su clima, a sus fiestas, a sus pintorescos pueblos. Solo veía su cielo nuboso -no, en el norte de las islas no está siempre soleado-, una «panza de burro» que me impedía distinguir metafórica y literalmente toda su magia.

Entonces, llegué a Madrid y descubrí el amor a primera vista. Y solo era una ciudad enorme, donde todo el mundo iba con prisa, el tráfico era caótico y el calor de los veranos insoportable. Y sin embargo, me gustaba mucho. Me trataba bien. No pude negarme a sus larguísimas noches, su energía, su cultura, su no parar. Y aquí me quedé. El amor no se explica…

Pero lejos de olvidarme de Canarias, comencé a echarla de menos. Empezó a conquistarme desde su lejanía, su ausencia. ¿Quién dice que las relaciones a distancia no funcionan?

La nostalgia tendió un puente de recuerdos positivos. De repente, la pachorra canaria, sus microclimas, los embostes, las navidades a 27 grados y los viejos conocidos recuperaron su encanto. Pero por encima de todo, comencé a valorar y a querer más a su gente, a mi gente.  Porque a fin de cuentas, no podemos elegir dónde nacemos pero sí con quién queremos estar.

Gran Canaria
Desde que viajo a menudo me he vuelto una romántica…

Ahora me centro. Quería decirte que si tú también tienes que decir adiós -o hasta luego- a una ciudad que te ha tocado la patata y no sabes cómo vas a superar la vuelta a la rutina sin morirte de la pena, quizá las palabras de esta carta te ayuden. Puedes utilizarla como modelo y dedicársela al lugar de tus sueños.

Querido [insertar aquí el nombre del lugar con el que vas a romper],

vamos a tener que dejar de vernos por un tiempo. No eres tú, soy yo. Me gusta estar contigo pero no creo que debamos seguir dependiendo el uno del otro. Nos vendría bien estar con otras personas, en otros lugares.

No te confundas, sigo enamorada de ti. Lo sé porque me siento satisfecha a la vez que hambrienta. Estar juntos y recorrerte me consume y me basta por un tiempo, pero siempre querré más. Es la adicción de viajar. Y a estas alturas no voy a curarme.

Quería darte las gracias por los maravillosos días/meses/años que hemos pasado juntos. Gracias por tus amaneceres y tus puestas de sol. Gracias por tu clima, por tus cielos, por tu comida y por tu gente. Me has ofrecido todo lo que tienes y te estaré eternamente agradecida por ello.

Ahora tomaremos caminos separados pero si algún día volvemos a encontrarnos, te amaré de nuevo. Aunque no seamos los mismos, aunque hayamos cambiado con el paso del tiempo. Mi corazón siempre será tuyo.

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