Guía sentimental de nuestros bares de confianza
Hace dos años nos vinimos a vivir al distrito madrileño de Tetuán, uno de los pocos en el centro de la capital que aún resiste el embate de los pisos turísticos y las cafeterías de especialidad. Al poco tiempo de instalarnos descubrimos nuestro bar de confianza, lo que hizo que el amor por nuestro barrio floreciera con mayor rapidez.
Este no es un bar de moda; no tiene gildas de pulpo, ni tostas de anchoa con mantequilla ahumada. Así que no lo busques en ningún ranking porque no lo encontrarás. Tampoco se parece a estas tabernas carpetovetónicas de de suelo pegajoso y tinto peleón. Su mayor capital es simbólico y, por ello, atemporal.
A menudo te sirven la cerveza congelada y casi siempre el recibimiento detrás de la barra es el mismo, un rictus de desagrado que va desapareciendo a medida que los parroquianos se marchan. El hombre hace lo que puede.
Al final, es simplemente es un lugar al que vamos mucho porque nos pilla a mano y nos encantan sus molletes. Uno de esos sitios para repetir sin miedo, porque sabes que el buen recuerdo de la primera vez siempre estará a salvo.
Como lo más bonito del amor es compartirlo, os dejamos un listado con los últimos bares en España que hemos dado el apellido «de confianza». Por favor, no los juzguéis por las imágenes, en este caso no le hacen justicia (entramos en ellos preparados para todo menos para hacer buenas fotos):
Estos son nuestros bares de confianza…
Taberna El Encanto (Madrid)
C. de Edgar Neville, 4, Tetuán, 28020
El bar de Carlos es pequeñito, pero siempre está animado. Nos encanta su fisonomía clásica y sus taburetes altos (todo aquí parece decir: «ponte cómodo, pero no mucho»). Es conocido en la zona por su interesante oferta de vermús, vinos y cervezas. Destacan también sus raciones. Especialmente rica su ensaladilla rusa y los molletes al grill.
Bar Fausto (Zaragoza)
Un imprescindible en nuestra ruta de tapas por Zaragoza. Por su barra desfilan croquetas para todos los gustos (¡ay, la de vinagrillos!), pinchos de gamba, de calamares rebozados, anchoas… Se puede decir que rezuma autenticidad. De montar un bar algún día, nos encantaría que se pareciera a este.
Can Paixano (Barcelona)
Carrer de la Reina Cristina, 7, Ciutat Vella, 08003
Amantes de las burbujas y de los bares, aquí tenéis vuestro sitio de referencia. Un amplio surtido de cavas y vinos espumosos constituyen el principal atractivo de esta tasca. La gracia está en que sus copas pueden acompañarse de bocadillos, tapas y embutidos de calidad. Es un lugar bullicioso y hay que comer de pie pero es que, chicos, aquí se viene a celebrar la vida. Salut i força al canut.
El Flechazo (León)
El Flechazo es la prueba de que los clásicos no fallan. Se trata de un bar de paso en el Barrio Húmedo famoso por sus patatas con pimentón, una tapa tan sencilla como adictiva. No hay mucho más que añadir, si estás en León, tienes que ir (y a estos otros, si puedes, también)
Bar Coruña (Santiago de Compostela)
Nada de cocina moderna, el Coruña es la representación canónica de un bar. Este emblemático local en el corazón de Santiago prepara unos de los mejores bocadillos de la ciudad. Los más populares entre los fieles son el de calamares y el de jamón asado. Si prefieres sentarte y echar tu rato, también tienen raciones para compartir.
Doctrinos (Salamanca)
Casa de vinos. Qué sobrenombre tan bonito. Lo que encontrarás aquí es una carta líquida cuidadísima, recomendada con acierto por un personal profesional y cercano. Nada de imposturas. Los vinos se pueden maridar con excelentes tapas y raciones: tomate, queso, embutidos de La Alberca. Es muy difícil pedir más por menos.
Bar Fígaro (Jaén)
El Fígaro, con medio siglo de vida, mantiene vivos los sabores tradicionales con una carta de «la de antes»: criadillas, sesos, riñones, coliflor en vinagre, colines (también conocidas como gambas a la gabardina)… no le falta un perejil. Merece la pena ir con amigos, porque las raciones son enormes -no te vengas arriba con las comandas, que las consumiciones incluyen tapa- y todo lo bordan.
Bar Blanco (Cangas del Narcea)
Ya os recomendamos su comedor como una de las paradas gastronómicas imprescindibles en Asturias. Pero la experiencia en su barra no se queda corta. Acódate como puedas y pide un vermut casero -ojalá llegues a la hora en la que sacan su empanada de aperitivo y puedas disfrutarla-. Ahí te juntarás con jóvenes, mayores, turistas, vecinos, modernos, parejitas, trabajadores y familias. El Blanco es Cangas y Cangas es el Blanco.
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Ahora, en comentarios, puedes chivarnos cuál es tu bar preferido. Que no te de vergüenza, recuerda que estamos en confianza.
