
El mejor desayuno del mundo está en Mallorca: Diez platos de 5 estrellas.
No, no es que lo diga yo. Que el mejor desayuno del mundo se sirve en el Hotel Hospes Maricel & Spa***** de la isla de Mallorca, lo certificaron por unanimidad los críticos gastronómicos en la II Cumbre de Gastronomía Madrid Fusión. Lo que yo os puedo asegurar es que ponen todo su empeño en merecerlo, ofreciendo una experiencia gastronómica que podría definirse como un opulento brunch a la mallorquina -la palabra «desayuno» se le queda corta-.
Aquí no hay carta ni buffet. El menú degustación es obra (de arte) del jefe de cocina Rafael Sánchez y la chef repostera Mariló Escobar, quienes van modificando el menú en función de los ingredientes de temporada, combinando producto balear con sabores internacionales. Un festín que es posible disfrutar aunque no estés alojado en el hotel y que tiene un precio de 49 euros por persona.
Eso sí, antes de reservar te avisan de que la duración del desayuno puede ser de hasta 3 horas. No hagas planes para almorzar luego. Ve sin prisas y con la mente abierta. Como comprobarás a continuación, ciertas mezclas de sabores o texturas pueden resultarte un poco peculiares. Mi consejo es que entres en el juego. Déjate llevar y difícilmente te arrepentirás después.
¿El mejor desayuno del mundo? Nuestra experiencia
Si os digo que se trata más de una extraordinaria experiencia que de un desayuno copioso, es porque el deleite llega antes de probar el primer bocado y persiste mucho después de habernos levantado de la mesa. Atravesar las puertas del Hospes Maricel & Spa supone contagiarte de su ambiente sosegado y exclusivo, de su calma.
Es difícil que un gran hotel como este mantenga la calidez y el encanto propios de alojamientos más discretos. Aquí se consigue gracias al entorno privilegiado en el que se enmarca, los colores naturales de todas las estancias, la calidez de los materiales y, sobre todo, la cercanía del personal que hace que te sientas como en casa.

Desayunemos pues.
Nuestro desayuno comenzó con un trío de licuados: detoxificante (manzana verde, zanahoria y jengibre), antioxidante (remolacha, plátano y mango) y tonificante (yogur griego, cúrcuma y dátiles). Densos, refrescantes y con un sabor muy agradable. Nos explicaron que el último es el más difícil de tomar debido a la cúrcuma pero a mí me pareció que los ingredientes encajaban a la perfección.
El siguiente pase fueron las frutas de temporada en escabeche de la pasión (que acentuaba su dulzor y exquisitez) espuma de fresa y -ATENCIÓN- atún crujiente sobre una falsa tierra de pan de albaricoque. Estas son las inesperadas mezclas de las que os hablaba anteriormente. Aquí y en su mayoría, funcionan bastante bien.
Después llegó el yogur de foie con mango. De todos los salados del menú (como veréis se van intercalando con los dulces a lo largo del desayuno) si tuviera que elegir solo uno, sería este. Ambos ingredientes me vuelven loca y su unión resulta sencillamente gloriosa.
Mi otro favorito de esta montaña rusa de sabores vino justo a continuación: el borrachito de ensaimada de Mallorca, helado cremoso de chocolate, caramelo y carquiñyols. Aunque el aspecto ya prometía, al catarlo nos encontramos con toda una sorpresa para nuestras papilas. No os la voy a desvelar. Tenéis que ir y (com)probarlo vosotros.
Seguimos la experiencia con un broxat (requesón) de queso mahonés caramelizado, trucha marinada y pan de albaricoque.
A continuación nos trajeron el langostino en salsa de coco, lima kaffir, membrillo de palo y manzana que, actualmente, es la degustación con más éxito. «Una de las más destacadas por los comensales», según el chef. Y aunque a mí fue precisamente el plato que menos me entusiasmó en su conjunto (los anteriores habían dejado el listón muy alto), sí que me sorprendió el agradable y delicado sabor de la salsa, con esa manzana que aportaba el toque dulce perfecto. Además, este pase viene acompañado de una copa de espumoso.
Prosiguen las burbujas con otro de los pases más deliciosos, pasión por el cava. Una mezcla exótica y refrescante cuyas capas se complementan a la perfección. La combinación es un gel de cava, espuma de la pasión, gotas crujientes de frambuesas y pétalos de flores. Para rebañar la copa.
Más. Ya no hay hambre pero tampoco hartura. Es el turno del taco de cochinillo confitado, crema de sopas de Mallorca, jalea de botifarró. Muy sabroso.
Y nos vamos al segundo postre del menú, assiette gourmande de chocolate y trufa. Si bien me pareció menos sorprendente que el borrachito de ensaimada (a estas alturas mi paladar siente que empiezan a repetirse algunos ingredientes, sabores y sensaciones), es un plato muy goloso. Los amantes del chocolate lo disfrutarán de verdad.
Y el mejor desayuno del mundo termina con unos ricos dulces isleños a modo de petit fours con el café. Un final redondo.
Ahora sí, tres horas después, mi compañera de desayuno (Hazte Viajero) y yo estamos más que satisfechas con la cantidad y la calidad de todo lo degustado. ¡Qué manera de disfrutar!
¿Algún punto a mejorar? Pues, aunque no es tanto una falta como un capricho por mi parte, tengo que decir que eché de menos el pan. En forma de tostadas con tomate, mantequilla y mermelada o para acompañar algunos platos como el langostino. ¡Sin duda esa salsa tan deliciosa merecía ser rebañada!
Pero ahora lo que os gustaría saber es si la experiencia vale lo que cuesta, ¿verdad? Para mí, sin duda alguna. Se trata de un menú con mucha personalidad, estudiado a conciencia y realizado con cariño. Es cierto que, en un concepto así, es difícil armonizar los diferentes ingredientes de cada plato; y a su vez, cada plato con el siguiente. Yo agradezco que arriesguen tanto, que apuesten por sorprender al comensal. Y por supuesto, me encanta que dignifiquen el desayuno como la comida más importante del día porque para mí lo es.
En resumen, si al sentarte en una mesa se detiene el tiempo, si algo de lo que pruebas te llega a emocionar, si cada plato llena tu memoria de recuerdos que se entremezclan con nuevas sensaciones… no se puede pedir más. Bueno, quizás alargar la velada pasando una noche en este fabuloso hotel. Ver amanecer o atardecer en alguna de sus terrazas o desde su increíble infinity pool, promete ser un auténtico regalo para el alma.
Puedes reservar tu Experiencia del Mejor Desayuno del Mundo en la web del hotel Hospes Maricel con un mínimo de 48 horas de antelación.
Este artículo ha sido posible gracias a la colaboración del Hotel Hospes Maricel & Spa. Todas las opiniones vertidas en este blog son independientes y están basadas en nuestra percepción real.

