
Figueres, un viaje surrealista al cerebro de Dalí
«Cada mañana, cuando me levanto, experimento una exquisita alegría, la alegría de ser Salvador Dalí, y me pregunto entusiasmado «¿qué cosas maravillosas logrará hoy este Salvador Dalí?»».
Este año viajamos a Figueres para conocer un poco más la obra y figura de uno de los artistas más grandes y excéntricos del siglo XX, Salvador Dalí. Un tipo realmente mediático gracias a sus habilidades pictóricas y sobre todo, a sus rarezas.
A menos de dos horas de Barcelona, el Teatro Museo Dalí diseñado por el propio Salvador, es el objeto surrealista más grande del mundo. Desde su inauguración en 1974, la colección del museo permite al visitante contemplar toda la trayectoria artística del pintor -eso sí, en desorden cronológico- y sus grandes pasiones: el dinero, la ciencia, el erotismo, su madre y su mujer y musa, Gala.
«Es evidente que existen otros mundos, eso seguro; pero, como ya he dicho muchas veces, esos otros mundos están en el nuestro, residen en la tierra y precisamente en el centro de la cúpula del Museo Dalí, donde está todo el nuevo mundo insospechado y alucinante del surrealismo». Salvador Dalí.
Entre las obras más destacadas que se exponen se encuentran Retrato de Gala con dos costillas de cordero en equilibrio sobre su hombro, Autorretrato blando con beicon a la plancha, Galarina, Galatea de las esferas y una de mis preferidas, el Retrato de Gala mirando al mar. Un lienzo gigantesco en el que dependiendo del punto de vista puede observarse la imagen del cuerpo desnudo de Gala o el retrato de Abraham Lincoln.
Asimismo en el conjunto sobresalen la Sala Mae West -un apartamento surrealista donde el mobiliario se distribuye formando el rostro de la actriz-, la Sala Palacio del Viento -en su techo Dalí representó su cuerpo y el de su amada Gala subiendo a los cielos-, el Cadillac Lluvioso en el impresionante patio central, las salas de exposición Dalí·Joyas y la cripta con su tumba.
También se encuentran obras de otros artistas a los que Dalí invitó a exponer en su Museo –Antoni Pitxot y Evarist Vallès, entre otros- y piezas pertenecientes a su colección privada, firmadas por grandes como El Greco, Marcel Duchamp o Bouguereau.
Lo cierto es que adentrarnos en esta curiosa pinacoteca fue casi como sumergirnos en el cerebro del artista, en su mente, en sus pensamientos. Las distintas habitaciones forman un caos perfectamente organizado difícil de explicar pero digno de contemplar. Sin prisas, porque nada es lo que parece a primera vista.
Aunque es difícil hacerle justicia en unas pocas fotografías a un lugar como este, os dejamos algunas de las imágenes que tomamos de la fachada y el interior de este museo que nos ha dejado a la vez mudos y boquiabiertos.
Hay quienes consideran a Dalí un genio. Otros, un loco. Si queréis averiguarlo, no os podéis perder esta maravilla de museo. Nosotros nos quedamos con la concepción de que era un loco genial.

